miércoles, febrero 05, 2003



Hijo, estudia pa' fontanero

Qué tiempos aquellos en los que las familias se enorgullecían de tener a un abogado o a una maestra en casa. El sinvivir de los padres era que sus hijos e hijas no tuvieran que pasar por las penurias económicas irreversiblemente relacionadas con una escasa o nula formación académica.

Numerosas familias de este país llegaron a endeudarse por años con tal que sus hijos fuesen a tal o cual universidad. Y durante décadas, fue una realidad que una titulación universitaria era fiel garante de una vida próspera. En muchas ocasiones, incluso, el sueldo y emolumentos varios bastaba para retirar a toda la familia... y me refiero a familias de las de entonces, esas de siete hijos o más compartiendo pan con aceite o una peya de gofio (según donde la ubiquemos geográficamente) a la hora de cenar...

Definitivamente, las tornas han cambiado.

Ciertas titulaciones, la mayoría, para lo único que sirven es para que tengas una conciencia más nítida de lo mal que está todo. La media es de cuatro o cinco años de subempleos hasta que consigues un trabajo remotamente relacionado con la formación que tanto te costó adquirir y en donde tendrás que demostrar cada día lo que debería ser más que evidente.

Y, mientras tanto, ves como fontaneros, carpinteros, electricistas y mañosos generalistas te levantan el sueldo de quince días por una reforma que (¡mecagoentó!) si te lo hubieses planteado con más calma la hubieses podido hacer tú.

Si algún día tengo un hijo o una hija le apoyaré, indistintamente, en la vocación que plantee: sindicalista, abogado, músico, bohemio, cura o reflexólogo podal...pero me aseguraré de que aprenda (como lo haré yo, sin lugar a dudas) a arreglar toda su casa sin que le estafe el oportunista de turno.

Ojalá las monjitas de entonces no se hubiesen esforzado tanto en enseñarme a hacer ojales y hubiesen puesto en marcha clases de reformas domésticas básicas.

Quién sabe, a lo mejor con la nueva Ley de Calidad a alguien se le ocurre preparar a nuestros chicos para "la vida de verdad".